Desde que se descubrió la relación entre enfermedad y presencia de microorganismos, la concepción sobre las estrategias de no infectarse durante el tratamiento y estudio de estas patologías fueron en aumento.
La bioseguridad constituyo la principal forma de prevenir enfermedades infectocontagiosas, tanto así que la OMS recomienda su aplicación a todo nivel, desde los servicios de atención primaria, hasta los servicios de alta especialización.
Los niveles de bioseguridad en el laboratorio clínico son cuatro (1, 2, 3 y 4), dependerá de las características del agente infeccioso que se manipulara durante el estudio, reconociéndose para cada nivel una determinada barrera de protección.
Las barreras de protección se constituyen de dos factores, los que implican el correcto uso de las técnicas de manipulación de microorganismos, y la implementación en infraestructura y equipos según el nivel.
Los niveles de contención están relacionados con el uso de barreras de protección, existiendo dos tipos: contención primaria que agrupa a las medidas de seguridad básicas y aplicadas a todos los niveles de bioseguridad, orientado al ambiente inmediato, y la contención secundaria que agrupa a medidas de seguridad diseñadas para situaciones especificas, aplicadas en los niveles de bioseguridad 3 y 4, orientado al ambiente externo.
Cada barrera de protección aplicada durante el desarrollo de las actividades en el laboratorio, constituye en su conjunto la manera mas segura de manipular microorganismos patógenos, contribuyendo al principio de seguridad para la salud publica.
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